viernes, 30 de mayo de 2014

TEXTO NARRATIVO

REENCUENTRO
Sus ojos azul cielo se asomaban tímidos y pensativos sobre el filo de la taza de café que, poco a poco, se iban consumiendo mientras el vaho acariciaba lentamente sus párpados y el humo del cigarro, marcado con el carmín rojo que ya llevaba desgastado, jugaba a hacer sombras bajo la única lámpara que alumbraba el salón.
Aunque fuera de noche, podría saberse perfectamente que las nubes tapaban las estrellas. Las ventanas anunciaban que hoy no era el día más indicado para salir, ya que los tremendos azotes de la lluvia contra éstas avecinaban una noche un tanto desagradable.
 Bajo este musical nocturno, se encontraba Ana, que estaba sumergida en lo que le había pasado esa misma tarde:
<<Las ocho y media y Ana llega tarde, como de costumbre. Como vaya a ese ritmo, va a perderse la final de la Champions entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Aunque ella no sea muy aficionada al fútbol, le gustaba pasar un buen rato con sus amigos.
A pesar de que se está acercando la noche, el sol tiene un color precioso anaranjado y ya el calor se va apoderando de las calles. ¡Cómo le gusta que se vaya acercando el verano!
El bar donde había quedado, sólo está a la vuelta de la esquina y, por una vez, Ana va a llegar temprano.
Mientras camina escuchando a los pájaros cantar, nota cómo un viento se va levantando lentamente, sustituyendo al calor de la tarde.
Girando la esquina donde se encontraría el bar, se choca con una mirada que se clava en la suya.
Ana está boquiabierta porque no podía creerse que, después de tres años, él había vuelto a la ciudad.
Ana sigue pensando que podría haberle dado una explicación de su ida, en aquella lluviosa tarde de noviembre.
Dos besos muy secos y un “te veo muy bien.”
Ana no sabe qué decir, por lo que sólo hace escucharlo. A ella ya le daba igual llegar tarde o llegar temprano al partido. No era consciente de todo lo que lo echaba de menos hasta que él dijo que si le apetecía quedar a la mañana siguiente para contarle el porqué de su regreso mientras tomaban café y así poder recuperar el tiempo perdido.
De nuevo, dos besos muy secos y un “no llegues tarde, Ana, que nos conocemos.”
Una sonrisa de añoranza y un pensamiento mutuo: “Si es que no ha cambiado nada”>>

Y ahora, en la oscura soledad de la noche, jugaba triste con su mirada, que irrumpe en sus recuerdos.
¿Qué iba a hacer con él? No podía permitir que le dejara otra vez con el mismo dolor pero, ¿y si es verdad que había cambiado?
No dejaba de dar vueltas y recordar la cara de su padre cuando se lo encontró en aquella esquina.

Finalmente, decidió que la almohada, que había aguantado tantas lágrimas, decidiría por ella.

Rocío Guerrero Martínez 1º Bachillerato